En la séptima edición de Gran Hermano (se rumorea que será la última. Yo lo dudo...) no dejan de sorprendernos. Para intentar subir la audiencia, ahora van y meten una modelo brasileña en la casa de Guadalix...Su misión es hacer creer a los concursantes de que tiene que elegir a uno o dos de ellos para participar en un supuesto programa de su país llamado "Pasarela do Brasil". Pero todo es un burdo engaño, y se trata de ver si lo descubren (también lo dudo).
Esta nueva moza se llama Paula Santos y tiene 27 años. Es alta y tiene un tipazo, pero sus duras facciones han generado una serie de comentarios sobre su supuesta identidad sexual (que no preferencia). Más de uno ha afirmado, quedándose tan ancho, que se trata de un travesti. Bien, yo no llegaría tan lejos, pero sí es cierto que tiene al menos bastantes números de serlo. Pero a fin de cuentas, esto es lo de menos.
Lo que sí ha sido muy divertido de contemplar son las reacciones de los habitantes de la casa al llegar la dicha Paula. A la pobre y rarita Raquel López, que bebe los vientos por el fornido Pepe, le ha dado un ataque de celos impresionante. Vamos, que se ha dado cuenta de que no tiene nada que hacer frente a las curvas de la brasileña (aunque sin ésta tampoco, para qué nos vamos a engañar). Y claro, Pepe tampoco se ha quedado atrás, y ha empezado a desplegar sus dotes de seductor, eso sí, muy finamente, como bien sabe hacerlo.
Sin embargo, el pájaro que nunca falla es Tono: a éste se le ve el plumero a muchas leguas de distancia... Intentará ligársela a muerte, pero evidentemente no lo conseguirá. No he visto un tío más falso, metementodo, manipulador, bocazas y ruín que él.
Y acabo con la frase de la semana, pronunciada por Jesús (el encofrador, un buen tipo pese a su suicida vídeo de presentación): "Aquí se derrocha falsedad como sacos de patatas". ¡Fenónemo, sí señor!
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