22 de agosto de 2011

Finalmente en Barcelona ( con 22 horas de retraso)

Permitidme decir que Turkish Airlines es la peor aerolínea del mundo. O yo soy el tío más gafe del idem. Porque no se entiende que, tras cancelar un vuelo por una avería (finalmente salimos en la madrugada del domingo de Bangkok, a las 4h30), al llegar a Estambul, y una vez ya despegando hacia Barcelona, el piloto decida dar media vuelta porque un pájaro ha chocado contra uno de los rotores... Total, que regresamos al aeropuerto después de más de media hora dando vueltas (para perder gasolina, cosa que no nos explicaron). Y tuvimos que cambiar de avión, por lo que salimos con cuatro horas de retraso sobre el horario previsto. Al menos me lo pasé muy bien con mis vecinos de asiento, una pareja francesa super simpática. Al final llegamos a Barcelona sobre las 8h45 de la noche, casi 22 horas después de lo previsto. Una auténtica vergüenza. Y en Turkish se lavan las manos y no quieren saber nada de nuestras reclamaciones. Pues al menos voy a hacer muy mala publicidad de ellos. Y no pienso volver a volar nunca más en sus aviones. Ironías de la vida, resulta ser la aerolínea del Barça. Que no les pase nada...

20 de agosto de 2011

Bonus track: sigo en Bangkok

No, no es que haya perdido el vuelo debido a la estupenda fiesta de anoche  en la planta 40 de un lujoso hotel de Bangkok (ver fotos). Y aunque haya dormido unas escasas tres horas, he llegado al aeropuerto con nada menos que tres horas de antelación (que no me han servido para que me dieran asiento en mi ansiado pasillo, grrrrrr...).
Cuando estábamos a punto de embarcar, nos han dicho que había un problema técnico y que saldríamos con retraso. Pero al cabo de un tiempo, nos han informado que el vuelo se había cancelado, y que nos llevarían a un hotel.
Ha sido una pequeña odisea cruzar el aeropuerto (no veíamos a quién seguir de la compañía aérea) . Hemos tenido que volver a pasar por la aduana y recuperar nuestras maletas. Encima me han perdido mi mochila, pero por suerte ya la he recuperado. Se ve que otro español con una muy similar a la mía se había confundido y la había cogido.
Luego nos han llevado en un autobús (en el que caían gotas del aire acondicionado) a un hotel cercano. Por suerte el hotel está muy bien (el mejor  de mi viaje), y tras hacer cola me han dado habitación y he comido en un edificio cercano.



No sé cuando marcharemos (la cena no está confirmada), pero lo más probable es que pasemos la noche aquí y salgamos mañana por la mañana. O sea que si es así, llegaría a medianoche a Barcelona. Y el lunes trabajo...

19 de agosto de 2011

Día completo en Bangkok

El martes fui a hacer snorkelling a la isla de Sibuan (quizás la más bonita de las cuatro que he visitado en esta zona). En el barco conocí a unos italianos muy majos, Laura y Marco, que también solo hacían snorkelling. Los instructores, también muy buena gente, eran los ingleses Tom y Rob, mientras que sus alumnos eran un irlandés de Belfast y un noruego. Mientras que estos buceaban y daban lecciones, nosotros hacíamos snorkelling o tomábamos el sol. En un lado de la isla había muchísima porquería en el mar (plásticos y algas). Por suerte, del otro estaba más limpio y pude ver una tortuga. Más tarde Marco también avistó otra y me avisó. A diferencia de las anteriores, en la isla vivía gente, en casetas de madera muy sencillas. Los niños nos saludaban y pedían dinero. También había una base militar con soldados armados de ametralladoras.  

 De regreso, volvi a cenar en el Mabul Café, donde me encontré con los italianos, que ya se iban y me cedieron su mesa al lado del balcón.
A la mañana siguiente tomé un taxi a Tawau. El conductor paró un momento en su casa para recoger a su mujer y su hijo (y lo que parecía una tele). En el avión acabé "Pigmeo" de Chuck Palahniuk, que no me gustó demasiado. Ahora estoy leyendo "Mil violines" de Kiko Amat, que me encanta.
Tras tomar un taxi, en el que casualmente también viajaba de nuevo la mujer del conductor, me dejó en el Rainforest Lodge, un hotel vecino al que me había hospedado antes. Un poco más caro, pero con una habitación con ¡balcón!

Una vez instalado, me fui al cine a ver "Cowboys & aliens", un blockbuster curioso y entretenido. Luego cené en el mercado una gamba gigante y sepia.
El jueves me pasé el día volando. Primero a Kuala Lumpur y luego a Bangkok. Llegué sobre la medianoche y pude coger el tren expreso al centro, pero no me dio tiempo de tomar el BTS, por lo que pillé un taxi.
Esta mañana he ido al centro, he comprado un kimono que me habían encargado y me he hecho con una camiseta falsa del Barça negra por 7 euros... Luego he ido a un museo muy chulo (ver fotos) y he visto la comedia "Horrible bosses", con Jennifer Aniston en plan devorahombres. Divertidísima. Después me he acercado a Chinatown, pero como llovía no he llegado. Ahora saldré de fiesta con Mir, Dani y Jordi y otros amigos suyos. Mañana a primera hora vuelo de regreso, vía Istambul. Ésta es pues mi última crónica, de unas vacaciones fantásticas.





15 de agosto de 2011

Medusas, tortugas y tiburones

El pasado jueves cené nuevamente en el restaurante Apollo (una gamba de agua dulce muy grande y mero). El viernes al mediodía comí calamares en el Ming café y luego tomé un taxi al aeropuerto de Miri. Allí me encontré con la pareja de ingleses que había visto en las cuevas el día anterior. Tuve que esperar varias horas en el aeropuerto de Kota Kinabalu, dónde hacía bastante calor. Merendé en el Dunkin Donuts y cené en el Kentucky Fried Chicken una especie de wrap muy bueno. El vuelo a Tawau salió con retraso, y durante los 50 minutos que duró hubo un capullo que no paró de tirarse eructos cada dos minutos (fue realmente alucinante). El tipejo en cuestión, además de guarro era un gilipollas, pues le sonó el móvil justo antes de despegar y el tío ¡lo contestó como si nada! A gente de esta calaña habría que borrarla del mapa…

Al llegar a Tawau le pregunté a un chico que resultó ser francés (llevaba una camiseta Quechua de Decathlon: sólo podía ser de ese país o español) si quería compartir taxi a Semporna. Me dijo que sí y así nos salió el trayecto (largo, una hora y media) por la mitad de precio. El conductor iba rapidísimo, aunque su cuentakilómetros averiado marcaba 0… Brice, mi compañero de viaje, también iba a bucear, aunque no se acordaba bien ni del hotel ni de la escuela de buceo que había reservado… El taxi nos dejó en mi hotel, el Sipadan Inn, de largo el mejor en el que he estado en este viaje (85 ringits la noche, unos 20 euros): ventana (que cambié por una habitación de una cama grande pero sin ella), tele, agua caliente, aire acondicionado, pero el wifi no llega a la habitación, sólo en la recepción. Eso sí, si no pones el cartel de que te limpien la habitación, los muy vagos no lo hacen… 

Tras instalarme, como tenía un poco de hambre, fui a un restaurante cercano que estaba abierto todavía (era cerca de medianoche, pero con el ramadán muchos locales abren solo a la salida del sol). Me pedí unos waffles con mermelada de fresa que tardaron una auténtica eternidad en preparar.

A la mañana siguiente me levanté a las 7h15 (como estos tres últimos días), para hacer mi primer día de inmersiones. Me tocó ir a la isla de Timba Timba. La instructora era una inglesa muy maja llamada Michelle, y la divemaster una americana gorda muy divertida llamada Lara. En el barco estuve hablando con una pareja de franceses. Tras la primera inmersión (hacía 4 años que no buceaba, pero no tuve problemas. Además, nos montaron el equipo, que era lo que había olvidado), hicimos una pausa en la isla para tomar café y plátanos.  Yo di la vuelta a la misma, que era bastante pequeña y bonita, aunque estaba llena de botellas de plástico y basura. Un perro me siguió y quería jugar, pero como tenía las pezuñas muy largas acabó arañándome las piernas. Después de la segunda nos dejaron en la isla para comer (un bocadillo). Por suerte, ni rastro del perro esta vez. Tras el almuerzo hicimos la tercera y última inmersión. Ambas estuvieron bien, aunque al día siguiente, y sobre todo hoy, fueron mejores. Además, el mar estaba lleno de pequeñas medusas que me picaron al sacarme el traje de neopreno. Vimos muchas tortugas y peces rana. En la primera inmersión bajamos hasta 23 metros de profundidad, y en las siguientes a 19 y 15 respectivamente. 
De regreso al hotel, vi un par de capítulos de la cuarta (y última) temporada de “Los Tudor” y cené en el vecino Mabul café un bistec con salsa de setas y patatas fritas. De postre helado de frutas locales (durian y otras que no recuerdo el nombre). Me di un paseo por el pueblo, bastante feo y donde no hay nada que hacer, y me fui a dormir.

Ayer me levanté a la misma hora y por suerte hacía sol (el día anterior estuvo nublado). Me tocó ir esta vez a Mantabuan, una isla más bonita que la anterior (ver fotos). El buceo también fue mejor. En la primera inmersión bajamos hasta 28 metros para ver un bosque de corales blancos muy chulo. También vimos muchas tortugas nuevamente. La visibilidad era excelente. En las otras dos inmersiones bajamos a 18 y 15 metros.


De nuevo cené en el Mabul café, esta vez el Sipadan special (arroz frito con calamares y huevo. Y bebí un zumo de sandía gigantesco, aunque con mucho hielo). Y me fui pronto a la cama, porque a las 4 de la madrugada me desperté para ver el Madrid-Barça de la ida de la Supercopa. Como no lo daban, me volví a dormir.


Esta mañana llovía. He desayunado, como ayer, en el restaurante de Scuba Junkies (otra escuela de buceo). Por 5 ringits (un poco más de un euro), te dan tostadas, fruta y huevos. El trayecto a Sipadan, la isla estrella a la que necesitas un permiso especial, ha sido movido. Al principio ningún problema, pero se ha desatado lluvia y muchas olas, y hemos pegado unos cuantos saltos, mientras las gotas de agua nos golpeaban sin piedad. Al llegar a la isla hemos tenido que firmar en el registro. Por suerte, ya no hacía tan mal tiempo. La primera inmersión, en Barracuda point, ha sido espectacular. Pese a haber bastante poca luz y bastante corriente, hemos visto una cantidad de peces impresionante: bancos enormes de barracudas, tiburones de arrecife por doquier… En la segunda, en Mid reef, tampoco ha estado nada mal. Más tortugas y tiburones, así como una raya águila bastante grande que he visto a lo lejos, y tras avisar al divemaster, hemos perseguido todos mar adentro. La última inmersión, Turtle’s cave, también ha estado muy bien. Nos hemos metido en el inicio de una cueva, y luego hemos bordeado la pared vertical que hace única a esta isla volcánica (llega hasta 500 metros de profundidad). Antes de emerger a la superficie, nos hemos encontrado inmersos en un banco de peces gigantesco.

Ahora me vuelvo al Mabul a cenar pescado (seguramente calamares). Mañana también madrugo, pero para hacer snorkelling en la isla de Sibuan (en teoría, pero puede que la cambien). Y el miércoles vuelo de regreso a Kota Kinabalu (y el jueves a Bangkok).   



11 de agosto de 2011

Unas cuevas impresionantes

Antes que nada, decir que hoy ya estoy un poco mejor del codo izquierdo. Todavía me duele, y no puedo doblar ni extender el brazo completamente, pero ha mejorado. Espero que para pasado mañana, cuando tenga que bucear, ya casi no me duela.
Ayer al mediodía volé a Miri. En el aeropuerto me encontré con Sergi y Mercè, que iban a Kuala Lumpur, y mientras esperábamos para embarcar vimos por la tele el ¡Barça-Español! de final de la Copa Catalunya. Al llegar a mi destino, tras escasos 50 minutos de vuelo (y salir con 5 minutos de antelación), tomé un taxi hasta el hotel Apollo, situado al lado del restaurante de mismo nombre que resulta el mejor de la ciudad para marisco. 



Comí un nasi goreng (arroz frito con huevo, plato típico indonesio) muy bueno y baratísimo en el Ming Café, dónde pude consultar internet en mi netbook (en mi hotel no tengo wifi. De hecho estoy de nuevo en el Ming colgando esto), y me dirigí a la agencia de viajes que me habían recomendado para reservar el viaje de hoy a las cuevas de Niah.
Me costó bastante encontrarla, pero finalmente lo conseguí, y como no tenían a nadie para el tour hoy, pagué solo el transporte (un poco más barato). Luego me di un paseo por la ciudad, que es bastante fea y dónde no hay nada que hacer. Antes de cenar vi unos cuantos capítulos de la sexta temporada de “The office” (buenísimos) en mi netbook, y luego me acerqué al Apollo para ponerme las botas: gambas con salsa de ajo y sepia a la plancha. Todo buenísimo y baratísimo. Hoy repetiré.
Esta mañana he desayunado una especie de pastelitos rellenos de algo dulce muy bueno, y a las 8h30 me ha venido a buscar la conductora (con una acompañante) para llevarme a las cuevas. Tras hora y media conduciendo por bonitas carreteras, me ha dejado en la entrada del parque, quedando de nuevo a las 14h para recogerme.
Tras pagar la entrada habitual (10 ringits, o sea 2,5 euros) y comprarme un arroz frito para llevar, he tomado un barquito para cruzar el río (1 ringit) y empezar a caminar hasta las cuevas. El sendero era casi todo un puente de madera, mucho más cómodo que mis treks anteriores… Aunque habían algunos trozos resbaladizos, he ido con mucho cuidado para no volver a caerme y fastidiarme el codo de nuevo. Cuando ya me acercaba a la entrada de las cuevas (unos 45 minutos caminando), ha empezado a llover muchísimo y me he refugiado en una caseta junto a una pareja de Londres que llevaban guía. Tras el diluvio, 15 minutos después, he llegado a las cuevas. Y tengo que decir que me he quedado boquiabierto con lo que he visto: un paisaje más propio de un libro de Julio Verne o de Sánchez Piñol (“Pandora al Congo”). Si la entrada a la gran cueva es espectacular, el paso a la “Moon cave”, completamente oscura, no lo es menos. Absolutamente necesaria la linterna frontal que llevaba. He comido a la salida de esta cueva, antes de llegar a la última, la que contiene pinturas que ya apenas se ven, de hombres de hace 40.000 años. Esta última, no tan vistosa, se encontraba medio cerrada por un equipo arqueológico.
He hecho casi todo el camino en solitario exceptuando al llegar al final, donde me he vuelto a encontrar con los ingleses, el guía y un par más de turistas. Como ya iba justo de tiempo, he dado media vuelta y he regresado. Lo bueno es que en la primera cueva se toma un camino distinto en la vuelta. Al final he llegado a las 14h15 al coche. Ha valido la pena venir a Miri solo por las cuevas, porque de hecho de momento es lo que más me ha gustado de este viaje.
De regreso al hotel, he acabado de ver los últimos capítulos de “The office” y ahora iré a cenar al Apollo. Mañana al mediodía vuelo de regreso a Kota Kinabalu, pero me quedo unas horas en el aeropuerto hasta coger otro vuelo a Tawau. Llegaré allí a las 9 de a noche, y todavía me queda una hora y media de trayecto hasta Semporna. Suerte que ya he reservado el hotel allí, porque al día siguiente madrugaré para hacer mi primer (de tres) día de buceo. Volveré a escribir el sábado o el domingo desde allí.   






9 de agosto de 2011

Adiós a Kuching

Esta es mi úlltima (y quinta) noche en Kuching. El domingo pasado por la mañana, tras recoger mi ropa de la lavandería, me cambié de hotel. Por fin pude disfrutar de una ansiada ventana...

Comí un par de tapas de dim sum chino, y volví a mi antiguo hotel, dónde había reservado el tour al centro de rehabilitación de orangutanes, a unos 40 minutos en coche. En la camioneta conocí a Silvia y Diana, dos españolas muy majas que viven en Nepal con las que he estado viajando hasta hoy. En el centro de orangutanes también reconocí a los encantadores Dani y Jordi, amigos de Mir y también residentes en Bangkok, a los que saludé y con los que también he viajado estos días (espero volver a verlos en Bangkok antes de mi vuelta a Barcelona). Pudimos ver unos cuantos orangutanes mientras comían, pero un auténtico diluvio abortó de cuajo nuestra visita. De todas formas, he de reconocer que preferí la visita que hice hace años en el norte de Sumatra, dónde los vi en medio de la selva a pocos metros, y no aquí, donde teníamos una zona acotada para los numerosos turistas. De regreso, quedé para cenar con Diana y Silvia en el restaurante de la noche anterior, el Bla bla bla. Esta vez probé el ciervo a la pimienta negra, también excelente.

Al día siguiente quedé con Silvia, Diana, Dani y Jordi a las 8 de la mañana en la parada de autobús que nos llevaría al parque nacional de Bako. Una vez llegamos allí, tras unos 45 minutos, tomamos un barquito con otra pareja muy simpática de catalanes, Mercè y Sergi. Quedamos con el barquero que nos viniese a buscar a una playa a las tres de la tarde (según éste, más tarde la marea sería demasiado baja y podríamos quedarnos atascados varias horas). Nada más desembarcar, un mono nos dio la bienvenida (foto). Tras recorrer pocos metros sobre una pasarela de madera flotante, volvimos a ver más monos (estos fueron los últimos animales que vimos).

Hicimos un par de senderos. Primero uno corto  hasta la bonita play de Paku, dónde yo me bañé con Sergi.
Luego tomamos el sendero más largo de Kecil Beach, a la que lllegamos a cabo de hora y media, tras un inicio bastante agotador de subida por la selva. Las vistas desde lo alto del acantilado eran espectaculares (y vertiginosas). Una vez en la playa, nos bañamos (estaba caliente) y comimos. Tuvimos suerte de pillar por los pelos el autobús de regreso (empezó a llover justo entonces).



Más tarde, quedamos para cenar en el Top Spot, el mismo sitio en el que había cenado con la chica alemana en mi primera noche en Kuching. Esta vez probé el cangrejo, muy bueno, pero agotador de pelar. Después nos fuimos todos a la terraza del tejado del hotel de Sergi y Mercè, el Lime Tree, a tomar algo.

Esta mañana he quedado con Diana y Silvia para ir al parque nacional de Kubah. Hemos tomado el bus a las 10 de la mañana, después de esperar una hora. Tras cuarenta minutos, nos ha dejado en la carretera, y todavía nos quedaban unos kilómetros para llegar, bajo un sol de justicia. Pero hemos tenido la inmensa suerte que nos ha recogido un profesor de ingeniería muy amable, que no sólo nos ha subido hasta el parque, sino que nos ha venido a recoger por la tarde, a la salida de su trabajo, con lo que hemos ganado un tiempo precioso, que nos ha permitido llegar hasta la cascada (ver foto), bañarnos y comer allí. Pero cuando estábamos a punto de llegar, he resbalado encima de una piedra mojada, y he caído sobre la mano izquierda, lesionándome el codo. Esta noche me he puesto voltarén y me he tomado un ibuprofeno, pero estoy preocupado que no sea una fisura y que no pueda hacer submarinismo en unos días.
De camino de regreso de la cascada hemos tomado un trozo de otro sendero, mucho más agotador que el del día anterior en Bako. Creo que en mi vida había sudado tanto. He llegado con la camisa completamente empapada.
El profesor nos ha dejado al lado de un mercadillo en Kuching, y hemos dado una vuelta por allí, comiendo pinchos de pollo. De regreso a nuestro hotel también hemos visitado un mercado con unas frutas y verduras rarísimos
Para la cena, quería ir al Bla bla bla, pero estaba cerrado, por lo que hemos vuelto al Top Spot, dónde me he comido dos langostas pequeñas y una ración de navajas a un precio módico.
Mañana vuelo a Miri, para visitar las cuevas de Niah el día después. Y el viernes vuelo a Tawau. Espero estar más recuperado del brazo.

6 de agosto de 2011

Desde Kuching, ciudad curiosa

El pasado viernes por la tarde llegué a Kuching. Pero para seguir el orden cronológico, continuaré donde lo dejé en el post anterior. El jueves 4 desayuné en una cafetería cercana al hotel una especie de tostada con huevo y un batido de chocolate frío. Luego me dirigí al puerto y compré un billete para la isla de Sapi. Tuve suerte, puesto que un barquito estaba a punto de salir y lo cogí por los pelos. Allí volví a alquiler máscara y tubo (aletas no esta vez) y me puse a hacer snorkelling. Y la verdad es que me gustó más que la isla anterior, pese a lo que decía la guía. Habían mejores corales y estuve jugando con los peces payaso (los de "Buscando a Nemo"), que son muy curiosos y no tienen miedo, aunque cuando le ofrecí a uno el dedo del pie me lo mordió (nada grave)! También me quemé la parte baja de la espalda, pese a llevar camiseta, puesto que ésta se me iba subiendo. Comí en un chiringuito de allí arroz (para variar) con carne y verduras, y luego volví un rato al agua. Antes de marcharme estuve hablando con el salvavidas, un joven de Borneo llamado Delton.
De regreso a la ciudad, me duché y fue al cine a ver "El origen del planeta de los simios", que me gustó bastante, y luego fui a cenar al mercado del paseo marítimo. Comí un pescado rojo cuyo nombre ignoro, bastante bueno, y luego me paré a tomar un postre rarísimo hecho de diferentes frutas y gelatinas (no estaba mal, aunque no me lo acabé). Acabé en una discoteca que estaba casi vacía (era temprano) tomándome una cerveza (suerte que era la Happy Hour, porque el precio era europeo). Luego volví al lado de mi hotel, donde en la calle peatonal (con carpa) tocaban música en vivo, aunque con la mala suerte que, justo después de pedir una cerveza, acabaron de tocar.
Al día siguiente me levanté tarde, hice el checkout, y comí en el Rainforest unos calamares con salsa picante excelentes (esta vez pedí tamaño pequeño, que es para una persona...). Tomé un taxi al aeropuerto, donde hablé un momento con unas chicas irlandesas que volvían a Singapur. Ya en el avión a Kuching, una chica que tenía a dos asientos me dijo que no podía utilizar la cámara, cuando me disponía a grabar el despegue. Me fastidió aunque tuviera razón, pero a la hora de recoger las mochilas, le pregunté si quería compartir el taxi y accedió. Había visto por su pasaporte que era alemana, pero me dijo que era medio ucraniana, y que se llamaba Julia. Le dijimos al taxista una pensión que le habían recomendado, y ella se quedó en el dormitorio (vacío) y yo en una nueva habitación sin ventanas (aunque hoy he visto un hotel que tiene habitaciones con ventanas por un precio un poco más caro, y mañana me mudo).

Fuimos a cenar a un lugar llamado Top Spot, una especie de mercadillo de restaurantes de marisco chinos. Y acabamos comiendo arroz con verduras y calamares. Luego dimos una vuelta por la ciudad y como empezó a llover nos refugiamos en un restaurante con vistas al río para tomar algo.
Ya en la cocina del hotel, hablamos con unas chicas holandesas, que nos explicaron cosas de los parques nacionales vecinos, y Julia me recomendó que reservara ya si quería bucear en Sipadan, pues se necesita permiso y es complicado conseguirlo rápido. Estuve mirando precios, y al final me decidí por la escuela que ella me dijo: un pack de tres días y 9 inmersiones (3 de ellas en Sipadan). Salía más barato proporcionalmente que ir un solo día a Sipadan. Pero a la hora de pagar, tuve problemas con la Visa y no pude hacerlo, aunque en teoría me guardan la reserva.
En la cocina también estuve hablando luego con una pareja alemana, que me recomendó no quedarme a dormir en el parque de Bako, como quizás pensaba hacerlo.

Esta mañana he desayunado tostadas y té en el hotel, y luego he llevado mi colada a la lavandería, y he reservado un viaje para ir a ver mañana los orangutanes en un centro de rehabilitación cercano. Luego me he paseado a lo largo del río y por la ciudad antigua china, y he comido en un sitio muy chulo (el antiguo palacio de justicia) pero lentísimo.


He continuado el paseo y he visitado el museo de Sarawak, que era gratis y estaba muy bien. Habían animales de todo tipo disecados, y miniaturas de las casas típicas indígenas. Luego me he metido en otro museo vecino, dónde he pagado 4 ringits (1 euro) por vez la exposición más aburrida de mi vida: fósiles de árboles. Un coñazo que no ha durado ni cinco minutos.
Tras cambiar dinero y tomarme un coke float (helado de vainilla con coca-cola), he cruzado el río en un Tambang (barquito pequeño de pescador) para ir a ver el fuerte Margarita. Estaba cerrado pero la excursión ha valido la pena. De vuelta, he mirado varios hoteles vecinos, y he encontrado uno con ventana en la habitación...


Luego he regresado al hotel a ducharme y he preguntado por Julia, pero me han dicho que se había marchado esta mañana. También he comprado por internet todos los vuelos internos que haré.
He cenado en un restaurante recomendado por la guía (y muy cercano al hotel) unas gambas con salsa de cacahuete buenísimas, y me he acercado a los bares de marcha, pero sólo habían jóvenes malayos (pijos), y me he tomado una cerveza rápida en un sitio un poco más tranquilo.
Mientras escribía esto, en la cocina he conocido a un vienés muy simpático, Radiek, y he quedado con él para ir juntos al parque de Bako (si compartimos el barco entre más gente sale más barato).
Mañana veré los orangutanes, el lunes iré a Bako y el martes seguramente a otro parque nacional. El miércoles ya volaré a Miri, para ver las cuevas de Niah.

3 de agosto de 2011

Kota Kinabalu bajo el sol

Si en Bangkok llovía, aquí en Kota Kinabalu hace sol. Pero volviendo a dónde lo dejé en mi post anterior, con Mir fuimos a cenar a Thong Lo. Antes de tomar el BTS (metro elevado) paramos en un seven-eleven para comprar algo de picar. Yo probé unas algas picantes (ver foto) que me encantaron, pese a ser saladísimas.

Como diluviaba al salir del BTS y no llevábamos paraguas, esperamos a que parase un poco y luego nos dirigimos hasta unos comederos populares de una calle vecina.Una vez sentados en una mesa, se nos abalanzaron tropecientos thais pidiéndonos qué queríamos comer. Y es que el comedor era común, pero cada vendedor tenía sus especialidades. Cenamos pato, noodles y cerdo. Muy bueno todo. Luego tomamos un postre en una tienda vecina, hecho de una fruta rara, coco, leche y hielo. También excelente. Seguidamente caminamos un buen trecho hasta un bar muy chulo llamado Iron fairies. Era muy oscuro y me recordó al Pasaje el terror del Tibidabo. Sonaba música de jazz (también tocan en vivo) y proyectaban películas muy antiguas en blanco y negro. Bebimos sendos daikiris de fresa (a precio europeo). Luego taxi y para casa. 

Me desperté a las 4h30 para ir al aeropuerto. Encontré un taxi en la calle en la primera esquina y le dije que fuera por la autopista (los peajes los paga el usuario). En un momento me planté en el flamante nuevo aeropuerto de Bangkok. No me dejaron facturar la mochila directamente a Kota Kinabalu (hacía escala en Kuala Lumpur), y tuve que pasar por el control de pasaportes (rapidísimo) y volver a facturarla. La terminal de Kuala Lumpur a la que llegué no era la que conocía (mucho más moderna). Ésta era francamente rupestre: salíamos del avión andando (ni bus ni finger) bajo un calor de justicia. Eso sí, el wifi del aeropuerto era gratuito. Al final llegué a Kota Kinabalu a las 15h30 (un aeropuerto todavía más campechano) y para no complicarme tomé un taxi. Al llegar a mi hostal tuve la mala suerte que estaba lleno (solo les quedaban habitaciones compartidas) y decidí ir a mi segunda opción, el Summer Lodge. Como no estaba demasiado lejos, fui caminando. Allí me dieron una habitación con aire acondicionado, baño privado y agua caliente, pero sin ventanas ni armarios:

Tras dejar mis cosas y probar el wifi en la habitación (desde donde escribo), me acerqué al bonito paseo marítimo a ver la espectacular puesta de sol. Por el camino, atravesé diversos mercados al aire libre (mañana seguramente cenaré allí):


De regreso al hotel, me duché y cené en el restaurante de en frente, Rainforest, un curry de pollo aceptable, pero no tan suculento como el de Bangkok. Luego me fui al cine de un nuevo centro comercial cercano, todavía semidesierto, a ver "Capitán América", que me aburrió soberanamente. Y eso que se me pusieron al lado unas teenagers pesadas que no paraban de hablar y consultar el móvil...

Esta mañana me he levantado poco antes de las diez, la hora límite del desayuno, para comprobar que sólo quedaba una miserable tostada y un plátano (ni mermelada, ni mantequilla, ni ningún tipo de bebida quedaba). Mañana creo que pasaré y desayunaré fuera... Visto el éxito, me he vuelto a dormir hasta las doce (la noche anterior había dormido 3 horas y media por el madrugón al aeropuerto) y me he comido un donut en una tienda de camino al puerto. Allí he tomado un barquito hasta la isla de Mamutik, dónde he alquilado máscara, tubo y aletas para hacer snorkel. Habían algunos peces, pero la zona estaba acotada con unas boyas.


Cómo la isla era pequeña, he dado la vuelta a nado, y después me he comido una hamburguesa en el único chiringuito que había. De regreso, a las cinco de la tarde, he vuelto al paseo para ver de nuevo la puesta de sol tomándome unas cervezas Tiger. Y ahora acabo de cenar una pizza bastante buena (aunque me apetecía ir a un japonés, que no he encontrado). Pero el restaurante olía a un producto de limpieza nauseabundo.
Mañana repetiré excursión, pero a la isla de Sapi.Y me acabo de comprar un billete de avión para volar el viernes por la tarde a Kuching, en el sur. Se ve que es preciosa, y hay un parque natural muy cerca. Volveré a escribir desde allí. La verdad es que Kota Kinabalu no está mal. Sin ser una maravilla, tiene suficientes atracciones para no aburrirse.

1 de agosto de 2011

Bangkok bajo la lluvia



Ayer por la mañana llegué a Bangkok, tras un viaje de 9 horas que se me hizo eterno vía Estambul. Despegué de Barcelona a las doce de la mañana del sábado, pero al llegar al aeropuerto, a las 9h40, me encontré con una cola infernal: interminable y sinuosa, llegó incluso a cruzarse con la de otro vuelo, creando un caos absoluto, cosa que aprovecharon algunos listillos para colarse (alguno lo consiguó, la mayoría no). Afortunadamente me dieron pasillo en los dos vuelos, como había pedido (también pregunté por la salida de emergencia, más ancha, pero ya no quedaban plazas). Además, el control de equipaje de mano fue rapidísimo (algo nada habitual), y aproveché que saldríamos con retraso (detrás de mí quedaban todavía muchísimos pasajeros, pese a que en teoría ya no se podía embarcar) para ver la tienda oficial del Barça y desayunar algo. Me gustaba la segunda equipación (negra), pero el disparatado precio (¡81 euros!) me disuadió rápidamente... Y eso que en la planta superior, en el duty free, la vi por 16 euros menos (pero resultó ser para niños). Desayuné un Mcmuffin con salchicha y huevo (bastante bueno) y me dirigí a la puerta de embarque, que había cambiado, y que estaba ubicada en la otra punta... Salimos con bastante retraso, y durante el vuelo de 3 horas vi la comedia "Convención en Cedar Rapids" (con Ed Helms, el dentista de "Resacón en Las Vegas"), que no me acabó de convencer (suerte que no llegué a verla en el cine). Mi vecino de asiento era un chico joven de aspecto entre chino y latino con el que no crucé palabra.
En el aeropuerto de Estambul intenté conectarme a internet con mi netbook, pero no era gratis. Curiosamente, el avión de Turkish Airlines que me llevaría a Bangkok tenía las pantallas de tele más antiguas que las del anterior. En esta ocasión vi la comedia indie "Cyrus",(con John C. Reilly, que también salía en la anterior cinta) que me gustó bastante, además de "Origen" (me apetecía volver a verla) y "Soul surfer", un film sobre una surfista joven que pierde el brazo por el ataque de un tiburón y sigue surfeando (basada en un caso real). Mi vecino de vuelo era un señor de mediana edad que parecía turco, con el que tampoco hablé, y que olía bastante mal. El tío se pasó casi todo el vuelo jugando al backgammon de su pantalla... Yo no pegué ojo en casi todo el vuelo.
Ya en Bangkok, me tocó la cola de pasaportes más lenta de todas, y ya temía por mi mochila... Pero todavía seguía allí dando vueltas en la cinta, cuando pude pasar a recogerla. El nuevo aeropuerto de Bangkok está bastante bien, y lo mejor es que tiene un tren que te lleva directamente al centro de la ciudad. Lo tomé, y luego cambié al metro elevado para llegar al piso de mi amiga Mir, dónde me alojo. Llovía levemente cuando llegué, y de hecho hoy también ha estado lloviendo todo el día. Con Mir fuimos al inmenso mercadillo de Chatuchak, que se celebra solo los fines de semana y en el que yo no había estado nunca. No compramos nada, pero comimos un pad thai (el mío, de gambas, buenísimo y barato) y luego volvimos a casa en tuk tuk (me apetecía subir en uno de ellos). Por la noche cenamos con una amiga suya española en un restaurante oriental de buffet libre con barbacoa en cada mesa. Nos traían la carne cruda y nos la cocinábamos nosotros allí mismo. De regreso a casa vimos en el ordenador portátil la comedia española "Tensión sexual no resuelta" (malísima).

Esta mañana me he levantado al mediodía (necesitaba recuperar las horas que no dormí en el avión) y me he dado un masaje aromático de una hora en un local cercano al piso dónde estoy. El masajista era bueno, pero en ocasiones me ha hecho un poco de daño. Y lo peor es que yo tenía que llevar un ridículo tanga negro (suerte que era en una habitación individual). Luego he tomado el metro elevado (BTS) hasta el centro, y he comido un curry rojo tailandés buenísimo en el enorme y pijo centro comercial Central World, por el que he dado una vuelta antes de regresar al piso. Ahora saldremos a cenar. Queríamos ir al cine a ver "El árbol de la via" de Terrence Malick, con Brad Pitt, pero solo la dan a las 19h20 (ahora mismo), por lo que no llegamos. Mañana tengo que madrugar para tomar un vuelo a Kuala Lumpur y luego otro para Kota Kinabalu (Borneo). Ya escribiré desde allá en un par de días.

Adjunto foto del sofá-cama de Mir (intentaré colgar fotos de todas las habitaciones dónde duermo en este viaje).