Hoy se cumple un año de la tragedia natural más grande de la historia. 230.000 muertos, y más de 670 personas cuyos cuerpos aún siguen desaparecidos. Por no hablar de los centenares de miles que han perdido sus hogares y todas sus escasas posesiones.
Yo estuve este pasado verano en varias de las zonas más afectadas, como Banda Aceh, en la isla de Sumatra. Lo que vi me dejó más que estremecido. Kilómetros y kilómetros de casas completamente arrasadas, y lo que es más grave, apenas rastros de reconstrucción. 8 meses después, muchísima gente seguía (y sigue actualmente) viviendo en tiendas de campaña, algo intolerable visto el enorme nivel de ayuda económica recaudado en todo el mundo. ¿Qué ha hecho el gobierno indonesio con todo este dinero? Casi nada, lamentablemente. Reina la corrupción, la descoordinación, la burocracia y la ineptitud. Pese a la gran presencia de ONGs, éstas se encuentran casi con las manos atadas para ayudar. Muy triste.
Por otro lado, también estuve en el sur de Tailandia, en Phuket y Ko Phi Phi. Allí, pese a la terrible destrucción, se ha comenzado a reconstruir a marchas forzadas los paraísos turísticos que eran...
Una catástrofe así era imprevisible, inevitable, aunque con unos sistemas que avisaran del tsunami se podrían haber ahorrado muchísimas vidas. Pues bien, un año después, estos siguen sin funcionar. Esperemos que no se vuelva a repetir algo tan horrible nunca más.
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