14 de marzo de 2007

Inland Empire: ¿locura absoluta o gran tomadura de pelo?


El pasado sábado fui a ver "Inland Empire", la última obra (que no película) de David Lynch (portada del nuevo Benzina, por cierto). Una de dos, o a Lynch le falta más de un tornillo, o se ha propuesto tomarnos el pelo a lo grande. Yo me inclino por la suma de ambas. Nadie en su sano juicio puede realizar un film como éste. O es un provocador nato, y tiene unos genitales con elefantiasis (o sea: que tiene unos huevos que se los pisa...). Tres horas en las que el argumento brilla por su ausencia, excepto en los minutos iniciales y finales. Se podría llamar cine experimental, con el que demasiados críticos han orgasmado a lo bestia (mientras que el gran público, en caso de haber acudido, habrá sido tentado una y otra vez de abandonar la sala). Curiosamente, tan solo dos chicas extranjeras se salieron, cuando faltaba media hora para concluir el calvario... Yo estuve tentado, pero resistí como un jabato. Lo que más gracia me hizo fue la escena en la que salen las personas con cabeza de conejos, es el summum del delirio lynchiano... O todas en las que se habla en ruso... Si se lo hubiese propuesto, Lynch podría haber intentado cuidar un poco la historia, que tiene buenos y muy inquietantes momentos (la visita de la vecina a casa de Laura Dern acojona...), pero que acaba hundida en su propia paja mental delirante... Un sonoro abucheo pues, de alguien a quien no le importa criticar algo que la mayoría del mundillo cinéfilo considera "cool". Yo por el tubo no paso, lo siento mucho. Y a mí no me las meten dobladas...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay pajas mentales muy agradables...