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29 de octubre de 2007
Excelso final de "El ala oeste"
Las dos últimas temporadas de "El ala oeste de la Casa Blanca" son para quitarse el sombrero. Aaron Sorkin, su creador, abandonó el barco al final de la cuarta, pero la estructura que dejó era tan maciza que de su ausencia no se resintió ni un ápice esta magnífica serie, una de las mejores del panorama televisivo actual. La sexta y la séptima temporadas no se venden todavía en nuestro país (misterio insondable), pero gracias a Amazon cualquiera puede hacerse con ellas.
La penúltima temporada es la de los grandes cambios. Muchos de los protagonistas cambian de trabajo o de posición, pero siguen apareciendo en la misma. Ésta se centra en la búsqueda de un candidato demócrata (y otro republicano) para las próximas elecciones. Apasionante. Ya en la séptima y última temporada, los candidatos elegidos se sumen en el infierno de la campaña electoral, con un capítulo íntegramente dedicado a un debate televisivo (realizado en directo). El presidente Bartlett (soberbio Martin Sheen) tiene menos protagonismo que nunca, pero también sufre lo suyo. El que gana indiscutiblemente con esta nueva orientación es Josh Lyman (genial Bradley Whitford), que es el asesor principal del candidato presidencial de los demócratas, un hispano idealista y comprometido con la educación (estupendo Jimmy Smits). Su contricante es un republicano honesto y moderado interpretado también de fábula por un ya muy mayor Alan Alda. Resulta curioso que mientras duró esta serie, en la realidad se hallaba el peor presidente de la historia de los Estados Unidos: George W. Bush. De haber existido un presidente como Jed Bartlett, otro gallo cantaría en Estados Unidos (y por extensión en el mundo).
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