15 de septiembre de 2006

Los frikis de Gran Hermano



Se lo han ganado a pulso. Son dos frikis muy frikis. Y tienen algo más en común: ambos son vírgenes... El acabose sería que se liasen, hiciesen edredoning, y, summum total, engendrasen a un pequeño friki encantador...
Miguel Ángel Pulpillo, un agricultor de 28 años nacido en Alemania, es el cazurro simpaticón de esta edición. Con pinta de retrasado, y sin demasiadas luces, tiene todos los números de llegar a la gran final, y puede que incluso ganar el premio gordo (recordemos sino lo que pasó en la cuarta -si no recuerdo mal- edición de GH).
Por otro lado tenemos a Miriam, de 24 primaveras y procedente de nuestra vecina Esplugues de Llobregat. Esta chica es la bomba. Una auténtica friki, que se arranca - sin previo aviso- a cantar las canciones de sus series de dibujos japoneses preferidas. También tiene una risa nerviosa de lo más freak. Promete darnos muchas alegrías. Creo que también llegará lejos (¿se acuerdan de fresita?).
Esto es todo por hoy. En próximas entregas, hablaré de otro par que traen mucha, mucha tela: Dani Rubio (otro auténtico crack, de Barcelona, que amenaza con desbancar al inefable Yoyas) y el gallego megapijo Kiko (¿qué coño pinta en GH?).
Y de ellas también hablaré (tan solo adelanto que mis preferidas, por razones que saltan a la vista, son Gemma, Marusky y Laura Fernández), aunque tengo que decir que en esta edición no son precisamente santo de mi devoción (hubo temporadas mucho más agradecidas). Pero en general, no tengo un buen feeling con los concursantes de este año. A diferencia del pasado, que fue simplemente genial (Pepe y Dayron, o el lado oscuro, eran inolvidables). Creo que será una temporada gris en el programa, un poco como lo fueron la segunda y la tercera edición. Veremos.
Lo que está claro es que los artífices del programa se están volviendo cada vez más retorcidos y maquiavélicos (véase el invento demencial de "la habitación del pánico", pura guerra de nervios...), y eso es algo que se ha de agradecer. Si Gran Hermano no se reinventa, está muerto. Hasta la próxima.

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