26 de noviembre de 2008

El Bond más despiadado


"Quantum of solace" es la vigésimo segunda cinta de la saga Bond, y presenta al 007 más vengativo y sanguinario de su historia. Daniel Craig, tras la estupenda y sorprendente "Casino Royale", vuelve a ponerse en la piel del agente británico con licencia para matar. Y doy fe que la aprovecha.
La acción se inicia justo después de finalizar la cinta precedente, y muestra a un pétreo Bond deseoso de vengar la muerte de su amada. Convertido en un agente libre, recorrerá medio planeta para dar con los responsables de dicho despropósito, sembrando un reguero de cadáveres por el camino.
Es sin duda el Bond más siniestro y menos cínico que se ha visto en la gran pantalla. También el más físico (sensacionales las persecuciones, especialmente la de la azotea, que recuerda horrores a otro espía fuera de lo común: Jason Bourne). Es un Bond desorientado: le da igual lo que pide en el bar y ya ni se presenta con su frasecita de marras (Bond, James Bond...).
Incluso los villanos ya no son lo que eran. Aunque afortunadamente Olga Kurylenko hace caer toneladas de baba como coprotagonista.
No me parece mal este nuevo enfoque, pese a que muchos fans de la serie echan en falta el humor socarrón típico de Roger Moore o Pierce Brosnan. Yo veo a Craig mucho más parecido a Sean Connery, es decir un Bond duro, sin concesiones. Quedarían los dos Bonds restantes, que entrarían en la categoría de sosainas (Lazenby y Dalton). Viva pues el músculo de Craig y la frialdad de su rostro, que parece eternamente cabreado.
"Quantum of solace" no supera a su predecesora, pero es un dignísimo entretenimiento y una nueva (y necesaria) vuelta de tuerca a una de las sagas de espías más prolíficas.
Y como perla curiosa, cabe destacar el tronchante gag del cambio de hotel en Bolivia. Puro Bond...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Coño Hugo, parece que te pongan más los músculos de Craig que las curvas de Kurylenko...

Por cierto, ayer fui a ver "Red de mentiras" y me reitero en que el tándem DiCaprio-Crowe es más aburrido que un discurso de Montilla