Ayer por la tarde, cuando finalizó "Disparando a perros", me quedé hecho polvo por lo que acababa de ver. Como "Hotel Ruanda", este film sobre el genocidio de Ruanda acontecido en 1994 (800.000 habitantes masacrados a machetazos) tendría que ser de visión obligatoria en las escuelas.
Además de lo atroz de algunas imágenes (aunque la cámara nunca se recree en los asesinatos), hay momentos durísimos, como cuando los pobres refugiados tutsis le piden al militar de la ONU al mando que los maten ellos mismos, para ahorrarse el sufrimiento de morir a cuchillazos por los hutus. Ante la negativa del militar, le imploran que al menos disparen a los niños pequeños... Esto sucedió realmente. Y la ONU no dudó en dejar asesinar a más de 2500 ruandeses refugiados en una escuela, al retirarse del lugar con los camiones vacíos (solo se llevaron a los europeos, por descontado). No hay palabras.
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