14 de julio de 2008

Lenny Kravitz vs. The B-52s


El concierto de Lenny Kravitz de la semana pasada estuvo muy bien. No fue una sorpresa, porque ya lo había visto en directo en tres ocasiones anteriores (dos en Barcelona -primero en el Palau d'Esports y luego en el Sant Jordi- y una en Grenoble, hace una década, cuando estaba allí de Erasmus). El Pabellón Olímpic de Badalona era una nueva sauna (como lo fue en Jack Johnson), pero esta vez conseguí colarme a las gradas gracias al pase del bar VIP que me dieron. Por cierto, dicho bar es lamentable: un único camarero pasota (que desapareció y fue sustituido por una chica lentísima), y a la hora después de empezar el bolo ya no quedaban ni cervezas ni hielos...El sonido fue muy bueno, y el concierto se extendió más allá de las dos horas (algunas canciones estaban innecesariamente estiradas), lo que provocó que perdiera el metro y, al no haber taxis, tuviera que recurrir a un abarrotado nitbus para regresar a casa (listo que es uno, lo tomé un par de paradas antes de la marabunta). El repertorio estuvo a la altura: bastantes temas nuevos, pero no faltaron los clásicos de siempre. Quizás falló el público, que no acabó de corear bien el típico "Let love rule". En esta canción Kravitz bajó del escenario y se dio su habitual baño de masas. Pero no se atrevió a subir a las gradas como en anteriores ocasiones (en Grenoble llegó a mezclarse con el público). Pese a ser un buen artista, Kravitz es cada vez más previsible.O soy yo que me hago mayor...

Al día siguiente, en un Poble Espanyol bastante desangelado, los renacidos B-52s ofrecieron una escasa hora y media bastante convincente. Sus nuevos temas sonaban genial, y fueron alternándose con los viejos éxitos que el público carroza esperaba. Del aspecto físico de sus integrantes mejor no hablar (exceptuando al guitarrista Keith Strickland, que parece un clon del doctor Christian Troy de "Nip Tuck"). Pero tanto las vocalistas Kate Pierson y Cindy Wilson como un muy afeminado Fred Schneider cumplieron sobradamente su labor. También hay que añadir que contaban con una poderosa base rítmica compuesta por una portentosa bajista negra y por el gran batería Sterling Campbell (que fue novio de Marta Sánchez, por cierto). Por mucho que algunos les dieran por muertos, este grupo de Athens parece tener aún cuerda para rato. Aunque no consiguieran llenar la bonita plaza del Poble Espanyol.





    

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