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21 de junio de 2006
Un freak muy real
Jordi Batlle Caminal pone en duda, en su crítica del pasado domingo de La Vanguardia, la existencia del peculiar naturalista Timothy Treadwell, protagonista del último documental de Werner Herzog, "Grizzly Man". Ese mismo crítico se pregunta si la vida de Treadwell no es una pura invención de Herzog, comparando su film con el falso documental "Blair Witch Project".
Bien, ya que Batlle no se ha molestado en hacerlo, yo sí que he buscado en internet sobre Treadwell. Con sólo introducir su nombre, ya aparecen más de 340.000 resultados en el Google, lo que indica que es muy poco probable, por no decir imposible, que si fuese un montaje, alguien se hubiese molestado en introducir tanta cantidad de información... Y más cuando la noticia de su muerte sale en la web del periódico local de Anchorage...
¿A qué viene entonces la polémica sobre la supuesta veracidad del film, que se inició en el pasado Festival de Sitges, donde se proyectó en España por primera vez? Es demasiado fácil decir que es un montaje y quedarse tan ancho...
Dicho esto, también es cierto que mientras uno va descubrienndo el carácter completamente freaky de Treadwell (que se filmaba a él mismo), uno no puede dejar de tener una ligera sospecha de farsa. Sobre todo los testimonios del forense que identificó los pedazos del protagonista (desmembrado por uno de sus amados osos junto a su novia), o los de los padres de Treadwell parecen completamente surrealistas.
¿Y si hubiese un punto intermedio? Las grabaciones de Treadwell son reales, ¿pero los testimonios de sus allegados son falsos? Aunque eso tendría aún menos sentido...
En fin, dejando de lado la veracidad del documental (que en mi opinión y en la de la mayoría de críticos está fuera de duda), está claro que éste no dejará indiferente a nadie. La excentricidad de su protagonista puede poner de los nervios a más de uno (yo me incluyo). Y es que su cursilería (la de Treadwell) a veces raya lo ridículo. Todo es tan exagerado en él que es muy difícil tomárselo en serio. Y eso es triste, pero significa que es un freak auténtico, y no de postín (como muchos).
Herzog se ha negado a ofrecer los fragmentos de la muerte de Treadwell (de hecho, solo había audio disponible), seguramente con buen criterio. Pero esto no hace más que añadir misterio al asunto. Como película documental está bien, aunque difiero de la gran mayoría de críticas que la ha calificado de auténtica obra maestra. Creo que no hay para tanto, francamente. Sobre todo porque la mayoría del metraje pertenece a Treadwell y no a Herzog. En fin, vayan a verla si les apetece (ojo, que solo la dan en el Grizzly Park, digo Verdi Park), porque el verdadero debate, el de la imbecilidad de Treadwell, está servido...
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