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20 de junio de 2006
Mi Sonar 2006
Lo más destacable de la edición del Sónar (en el título del post no puedo poner acentos) de este año es la bolsa Adidas megafashion que me han regalado al acreditarme. Bolsa que, por cierto, estaba a la venta por 40 euros. Casi nada...
Este regalo ha servido para reparar un agravio que databa del verano del 2000, cuando acudí por primera vez a este festival (de hecho, no he vuelto hasta ahora). Entonces me acredité también, pero no me dieron bolsa, ante mi mayor frustación. La clave, muy sencilla. Entonces era un simple becario de la agencia EFE, y ahora soy redactor jefe de la revista Benzina...
Bien, mi segundo Sónar no ha sido demasiado intensivo. Eso sí, se ha saldado con una considerable jaqueca que me duró un par de días, después de la farra del sábado por la noche (que acabó a altas horas de la madrugada del domingo).
El pasado viernes, a última hora de la tarde, pude escaparme un rato del inminente cierre del nº5 de Benzina y reunirme en el Hall del CCCB con mi colega Albert para ver a los japoneses Hifana, que empezaron su show con considerable retraso, pasadas las nueve de la noche. Unas pantallas iban emitiendo imágenes mientras dos dj's iban a la suya, con unos espectaculares scratches y una percusiones electrónicas. Lo malo es que nos encontrábamos justo al lado de los potentes bafles, y nos tuvimos que retirar a los pocos minutos. Poca cosa más hice, aparte de deambular entre los distintos escenarios del CCCB y MACBA.
Ya más tarde en el polígono Pedrosa, sí que disfruté la actuación totalmente retro de Chic, con su celebérrime "Freak out" que dejaron lógicamente para el final. Como me dijo posteriormente Oscar Broc, "sonaron como una banda de una boda. Solo faltaba el cuñado con la copa y el puro". Hombre, parte de razón tiene, pero el concierto no dejó de ser entrañable. Antes de Chic, asistí también al final del concierto del rapero Rahzel, que no me impresionó precisamente, pese a ser uno de los beatboxers más reputados. Tras Chic, me dirigí a la zona de prensa y allí me encontré con Oscar, con el que fuimos junto a su amiga Sonia Domènech de La Razón a ver el grupillo de raperos apadrinado por DJ Shadow. Psé, ni fu ni fa. A las 5 nos retiramos a nuestras respectivas casas.
Al día siguiente, de nuevo me dejé caer por el Sónar de día, hacia las siete y media de la tarde, y pude ver el final de la genial actuación de los británicos Modified Toy Orchestra, una banda que hace electropop con instrumentos de juguete. Buenísimos. También me di una vuelta por la exposición de vinilos del MACBA (muy recomendable). Y poco más.
A la una de la noche, nada más salir del bus que me llevó al recinto de Montjuïc 2, conocí a Kate, una inglesa de 22 años, a la que había dejado colgada su amigo, y que quería venderme su billete. Le dije que no lo necesitaba, hicimos buenas migas y me quedé el resto de la noche con ella. Su único objetivo era ver la actuación de la DJ francesa Miss Kittin, y durante todo el show, que llego casi a las dos horas, no paró de bailar compulsivamente. Luego nos tumbamos un rato en el césped atificial y nos dirigimos a otro escenario. También nos subimos a los míticos autos de choque del Sónar. Una experiencia curiosa, pues habían muchos que se subían con los cubatas en la mano...
Hacia las 7 de la mañana, cuando el sol ya desplegaba sus primeros rayos, nos largamos de allí. Y adiós muy buenas.
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