18 de agosto de 2008

Curiosidades griegas

Ya de vuelta en Barcelona, esta breve semana de vacaciones se me ha pasado volando. Antes que nada rectificar una cosa de mi anterior post. La isla que visitamos desde Santorini fue Ios y no Paros. Y una confirmación: el Chiki Chiki es un auténtico fenónemo en Grecia. Casi cada noche sonó en todos los bares y discotecas a los que fuimos (casualmente, hoy salía en El Periódico un artículo de Luis Troquel diciendo que esta canción no había conseguido ser la del verano en nuestro país). Frikadas aparte, el cuarto día en Mykonos volvimos a la playa Paradise. El speaker italiano seguía con su tanga de elefante, esta vez apoyado por otro energúmeno con similar tanga (de otro animal). También volví a ver a la enana (siempre con el paquete de tabaco en el bikini), aunque como ya no llevaba la cámara no pude inmortalizarla. Y mencionar que perdí una lentilla en el mar, por ser gilipollas y abrir los ojos bajo el agua. Estuve todo el día cerrando un ojo para ver mejor... Por cierto, Hora, que es la capital de Mykonos, recuerda enormemente a Cadaqués. Cuando cuelgue las fotos lo podréis comprobar. Los camareros griegos se lo toman con calma. Más vale no tener prisa. También confirmo que Atenas no vale demasiado la pena, y que la Acrópolis me decepcionó. Bajo un sol de justicia (al menos la entrada nos salió gratis, porque era día festivo), ascender al monte del Olimpo (lleno de andamios) no es la mejor idea para matar una tarde. Y las calles del vecino barrio de Plaka tampoco me entusiasmaron. Para rematar la noche, una cena en una típica taverna, atestada de turistas (comimos lo de siempre: ensalada griega, mussaka, souvlaki y yogurt griego con miel). Al menos el bonito bar Brettos tuvo un toque de distinción, y probé el licor local Ouzo, que viene a ser como un anís o un pastís... Unas españolas vecinas estaban bebiendo algo que parecía vino, y me animé a probarlo. Se trataba de Tentura, un vino dulce con canela buenísimo. Tras mi tercer vaso el camarero, guasón, me espetó "Te gusta el tentura ¿eh?". Me hubiese gustado más partirle la cara...La única noche ateniense la culminamos en una discoteca de mala muerte vecina al hotel. La elegí por su proximidad y por las referencias de mi guía, pero fue un craso error. Tras una copa nos esfumamos, porque la cosa estaba más que muerta. En nuestro último día en Atenas, con un calor infernal, tomamos el tranvía hasta la playa (lástima que no lleváramos bañador). Tras casi una hora de trayecto, nos apeamos en una zona un tanto desangelada. Pero tuvimos suerte de encontrar un club de playa en el que comer y relajarnos. Con los camareros más indolentes y pasotas que he visto en mi vida. Tras la larga pausa, volvimos al centro de la ciudad, y nos echamos cual vagabundos en un parque. Hacia última hora de la tarde subimos al monte Licabeto, desde donde se divisa toda la ciudad. Éste se encuentra en una zona residencial próxima al centro, y francamente bonita. Llegar a la cima nos costó 6 euros en el funicular (ahorrándonos sudores y escalones infinitos). No nos quedamos hasta la puesta de sol, pero tomamos fotos desde el lugar más elevado de la ciudad. Acabamos cenando en otra taverna, en frente de unas ruinas, y tras recoger nuestras maletas en el hotel nos metimos en el metro hacia el aeropuerto. Metro que por cierto se estropeó, y del que tuvimos que bajarnos en un par de ocasiones... Pero llegamos a tiempo para tomar nuestro vuelo. Cuando llegue a casa colgaré algunas fotos.       

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