Ayer finalmente conseguí ver el nuevo programa de Javier Sardá, que no había podido visionar aún (y no por falta de ganas). Como había escuchado de mucha gente, confirmo que es un auténtico bodrio. Sardá va de chulito y payaso a la vez, la misma pose tan irritante de tío sobrado y capullo que ya utilizaba en las últimas temporadas de Crónicas Marcianas. Un horror.
Ayer visitaba Tailandia (país que conozco bastante bien) y Sardá apenas se salió del tópico, entrevistando a un adicto al sexo en Phuket (un pájaro que engañó a su mujer en su luna de miel, y que tiene cuatro amantes tailandesas), a una transexual y a una una tailandesa gorda. El único personaje que se salva fue un almirante de un portaviones que estudió en la academia con el rey de España (en una entrevista tan tonta como desaprovechada). Otra cosa que me irritó sobremanera fue la innecesaria presenta de su colega Juan Manuel Ortega, presunto "rastreador" de españoles, que presentó tres veces a la misma señora mayor (una protagonista de su programa de Cuatro "La noche americana"), en una especie de broma que no tenía la más mínima gracia (más bien daba pena). Tendré que ver algún programa más, pero la verdad es que este Sardá que va de enrollado, parece tremendamente falso, y sus gracietas y coñas son de lo peor...
En las antípodas de este programa encontramos el original, "Afers exteriors", donde Mikimoto sí que sabe hacer un retrato irónico y con mucha gracia de los parajes que visita. Miquel Calzada es un genio y un maestro, tiene sensibilidad y domina todas las conversaciones. Es la antítesis de Sardá. No va de gracioso y sin embargo hace mucha gracia, mientras que con Sardá pasa todo lo contrario. Lástima que en el resto de España no puedan disfrutar con su programa...
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