Con esta certera frase se anuncia la segunda parte de Saw. Tuve la ocasión de verla el pasado viernes por la mañana en un pase de prensa y efectivamente, es tremendamente truculenta. Los que hayan visto la primera entrega, un prodigio narrativo con sorpresa final, seguro que disfrutarán igualmente de esta secuela, aunque les aviso que se preparen para emociones más que fuertes. El temible psycho-killer Jigsaw (en la versión castiza bautizado como "Puzzle"), sigue haciendo de las suyas, y esta vez son ocho y no dos las víctimas de sus juegos diabólicos, y están atrapadas en una casa y no en una habitación. Como no podía ser de otra manera, el final también es sorprendente.
También tiene su gracia ver en el papel de policía perdedor a Donnie Whalberg, hermano del soso Mark y ex-miembro de los extintos New Kids On The Block. Y es que Donnie ya hizo un papelito en "El sexto sentido", como perturbado paciente de Bruce Willis.
El inquietante y desconocido Tobin Bell sigue dando vida a Jigsaw, esta vez con un papel mucho más destacado que en su predecesora. Y la buena de Dina Meyer ("Starship Troopers", "Sensación de Vivir") hace aquí de policía experta en serial-killers.
En fin, una película no apta para todos los públicos, sólo para estómagos curtidos, aunque con un argumento que te atrapa de principio a fin. Espero con impaciencia la tercera...
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