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12 de marzo de 2008
El final de una serie memorable
Acabo de ver el último capítulo de la quinta y también última temporada de "The wire". Esta serie de la HBO es, junto a "Lost", "24" y "Los Soprano", una de las mejores series televisivas de todos los tiempos. Pero a diferencia de estas tres no es una serie fácil, exige un poco de paciencia al principio, por su complejidad y pausado ritmo, pero una vez acostumbrados a su particular dinámica es quizás de las más gratificantes. Sencillamente es una obra maestra.
Centrada en el departamento de policía de la ciudad de Baltimore, no es simplemente una serie policíaca, que también, sino una lúcida visión de la sociedad actual, del mundo de la droga, del politiqueo, de la educación y, en esta última temporada, del periodismo. Las cinco temporadas son excelentes, pero curiosamente las que sobresalen son las impares: la primera, la tercera y esta quinta se llevan la palma. Si la segunda estaba centrada en una investigación que acontece en el puerto de la ciudad (y mayoritariamente salen blancos en vez de los habituales camellos negros), la cuarta aborda la problemática de la educación de las clases más desfavorecidas. En la primera y la tercera se da prioridad al asunto de las drogas (aunque en todas ellas se aborda la cuestión), y en esta última el gran protagonista es la mentira: mienten los periodistas y mienten los policías, para más inri algunos de los protagonistas, que van demasiado lejos y se pasan de la raya siguiendo el lema "el fin justifica los medios". Celebro que en esta última temporada el protagonismo vuelva a recaer en el detective Jimmy McNulty (excelente Dominic West), después de una temporada en la que apenas se le veía el pelo. Es un agradecido retorno a los orígenes. También aparecen en papeles ocasionales viejos rostros de temporadas anteriores, siempre de manera justificada y en muy contadas ocasiones. Desde aquí recomiendo encarecidamente su visionado (subtítulos imprescindibles, aunque yo esta última me la he tragado a palo seco por no poder esperar...), pues es actualmente de lo mejor que se puede ver en ficción dramática. Y claro, su final desesperanzado no podía ser de otra manera. Igual que la vida misma.
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