Escribo minutos antes de ir al aeropuerto para regresar a Barcelona. Nuestros últimos días aquí han sido geniales, como todo el viaje de hecho. Quizás no insistí nada en la belleza del Perito Moreno, pero por las fotos supongo que no había que decir mucho más...
Nuestra excursión a Estancia Cristina también moló mucho. Nos recogieron en minibus a las 7 de la mañana, con un frío que pelaba. Tras una hora de carretera, embarcamos en un moderno barco (que tampoco tenía calefacción) para iniciar una navegación de unas tres horas hasta la Estancia Cristina, muy cerca del glaciar Upsala. El trayecto se hizo entre témpanos de hielo azules (a la vuelta vimos unos mucho más grandes y bellos), y hacia el final, debido al viento, se hizo más agitado. Una vez allí nos recogieron unos 4x4 que nos llevaron a un imponente mirador. El camino, impracticable, mientras empezaba a nevar, daba una imagen de postal. En el mirador pudimos apreciar la grandeza del glaciar Upsala, y de regreso comimos en el restaurante de la estancia un cordero asado riquísimo. Luego nos mostraron el museo y dimos una vuelta por los aledaños (ahora hay unas cabañas de lujo, a 1000 dólares la noche). A la vuelta a Calafate cenamos en La Tablita, una parrilla cercana buenísima.
Al mediodía siguiente nos vinieron a recoger mas tarde de lo previsto, por los retrasos de vuelos debido a las tormentas del día anterior, y aprovechamos para comer más carne en el Ricks. El vuelo se hizo bastante largo, pues hizo escala en Bariloche (donde aterrizamos entre grandes turbulencias y algún grito de miedo de algún pasajero). Y en Buenos Aires acabamos cenando en un McDonald's vecino al piso de Fabiana.
Ayer lo dedicamos a visitar el centro de la ciudad. Bajamos en la parada de metro de tribunales y fuimos a ver a Norberto a su taller de joyería. Luego caminamos por la calle comercial Florida, y tomamos un taxi hasta Puerto Madero, precioso, donde comimos. El día empezó con lluvia pero luego salió el sol. De Puerto Madero, otro taxi hasta las magníficas Galerías Pacífico y más compras de souvenirs por la Florida. Y regreso en un metro atiborrado al piso. Como era nuestra última noche, pasamos a visitar a Norberto y Dina, y luego cenamos con ellos y Juan, Graciela, Pepe y Fabiana en el restaurante vecino Lo de Paca, un aquelarre de carne tremendo (tanto que hoy no tengo ganas ni de desayunar). Nos lo hemos pasado increíble estos 15 días. Muchísimas gracias a Fabiana por todo, así como a su amabilísima familia. Un placer conocerlos. Volveremos seguro.
Nuestra excursión a Estancia Cristina también moló mucho. Nos recogieron en minibus a las 7 de la mañana, con un frío que pelaba. Tras una hora de carretera, embarcamos en un moderno barco (que tampoco tenía calefacción) para iniciar una navegación de unas tres horas hasta la Estancia Cristina, muy cerca del glaciar Upsala. El trayecto se hizo entre témpanos de hielo azules (a la vuelta vimos unos mucho más grandes y bellos), y hacia el final, debido al viento, se hizo más agitado. Una vez allí nos recogieron unos 4x4 que nos llevaron a un imponente mirador. El camino, impracticable, mientras empezaba a nevar, daba una imagen de postal. En el mirador pudimos apreciar la grandeza del glaciar Upsala, y de regreso comimos en el restaurante de la estancia un cordero asado riquísimo. Luego nos mostraron el museo y dimos una vuelta por los aledaños (ahora hay unas cabañas de lujo, a 1000 dólares la noche). A la vuelta a Calafate cenamos en La Tablita, una parrilla cercana buenísima.
Al mediodía siguiente nos vinieron a recoger mas tarde de lo previsto, por los retrasos de vuelos debido a las tormentas del día anterior, y aprovechamos para comer más carne en el Ricks. El vuelo se hizo bastante largo, pues hizo escala en Bariloche (donde aterrizamos entre grandes turbulencias y algún grito de miedo de algún pasajero). Y en Buenos Aires acabamos cenando en un McDonald's vecino al piso de Fabiana.
Ayer lo dedicamos a visitar el centro de la ciudad. Bajamos en la parada de metro de tribunales y fuimos a ver a Norberto a su taller de joyería. Luego caminamos por la calle comercial Florida, y tomamos un taxi hasta Puerto Madero, precioso, donde comimos. El día empezó con lluvia pero luego salió el sol. De Puerto Madero, otro taxi hasta las magníficas Galerías Pacífico y más compras de souvenirs por la Florida. Y regreso en un metro atiborrado al piso. Como era nuestra última noche, pasamos a visitar a Norberto y Dina, y luego cenamos con ellos y Juan, Graciela, Pepe y Fabiana en el restaurante vecino Lo de Paca, un aquelarre de carne tremendo (tanto que hoy no tengo ganas ni de desayunar). Nos lo hemos pasado increíble estos 15 días. Muchísimas gracias a Fabiana por todo, así como a su amabilísima familia. Un placer conocerlos. Volveremos seguro.