Iba sin grandes esperanzas, después de haberme empollado a fondo su decepcionante nuevo disco doble. Y quién lo iba a decir, de las cuatro veces que los he visto en directo (siempre en Barcelona), ésta ha sido quizás la que más me ha convencido.
Sobre todo destacar el excesivo afán de protagonismo de John Frusciante, que se ha soltado por completo y no ha dudado en apabullar al personal jugando a ser un guitar hero de interminables solos (en Stadium Arcadium ya apunta maneras). Pese a todo, hay que rendirse a su dominio de las seis cuerdas. Frente a él, dos auténticas máquinas rítmicas: el bajista Flea, enorme como siempre, y un Chad Smith que es una apisonadora sin control a las baquetas (sonó más potente que nunca). Y para completar el poker de ases, un Anthony Kiedis más comedido, aunque se notaba que también le echaba muchas ganas. Si a esto le añadimos un más que efectivo juego de luces y una escenografía resultona, tenemos delante un gran concierto. Tan solo dos peros: como es habitual en la banda, no se han prodigado demasiado tocando, apenas hora y media justita. Y la segund objeción, más importante: durante todo el bolo únicamente han tocado temas de sus tres últimos elepés ("Californication", "By the Way" y "Stadium Arcadium"), ignorando por completo sus obras predecesoras de la talla de "Blood Sugar Sex Magik" o "Mother's Milk"... Tan solo en el bis han sonado finalmente las esperadísimas "Under the bridge" y "Give it away". Haciendo esto, parece que los Peppers han roto definitivamente con su glorioso pasado, y dan a entender que se ven "obligados" a hacer un par de concesiones al respetable...
También merece destacar el final a base de un larguísimo jam instrumental en el que ha quedado finalmente solo Frusciante, auténtica estrella (excesiva) de la noche.
En disco serán otra cosa, pero en directo aún conservan la magia...¡Qué dure!
